sábado, 14 de noviembre de 2009


Era la ceniza..

quizas el insomio,le echare la culpa a la cama con lugar para uno...


la humedad que ya no huele...hiede

a soledad


llevo no se cuantas horas desde la última vez que lo vi y aun respira dentro mio

Se llamaba Ernesto, fumaba Alas y cabía perfectamente entre mis piernas.

No tengo idea de cuantas veces lo vi rebuscarme en la oreja la excusa perfecta para timar a su vacio.

Su lengua buscaba en mi espalda restos de su pasado y aún no lo encuentro.

Ernesto tenia por mania andar descalzo, anclar el cariño y caminar cabizbajo los días nublados, no pensaba en nada en realidad pero ese aire melancólico ya era parte de sí.

se le habia prendido por tatuaje.


Caminar junto a él, eran una combinacion de balas en cartuchera y andar sin sentido, era la justa medida entre lo surreal y lo visceral, tenia un andar tranquilo, lento mas bien, nada era tan urgente. Nos llevamos bien a la primera, me extendió un tabaco y le tome la mano, la sorpresa, el aliento y un cachito de futuro.


3 días después, se presento en mi departamento, le pidio mi dirección a un conocido,

llevaba en la mano un libro viejo de Borges y la llave del cuarto que jamas conocí.


Esa noche se quedó a dormir...


a la mañana siguiente..


Habia dejado un par de Alas en el buro.